jueves, 30 de enero de 2020

LA FUERZA SIN FUERZA




Suavidad resulta sinónimo de delicadeza, aunque también de poca actitud. Por eso Ma Tsu Kuen (*), el maestro de mis maestros, acostumbraba repetir siempre a sus alumnos que “la suavidad no es debilidad”. Y es probable que en ello resida la mejor expresión de la esencia del Tai Chi Chuan, pues la lentitud característica de sus movimientos podría hacer creer que lo que dicha práctica busca es, quizás, anular o inhibir nuestra fortaleza. Después de algunos años de aprendizaje, hoy me animo a decir que la práctica del Tai Chi Chuan consiste, básicamente, en hacer de nuestra debilidad nuestra fortaleza por medio de la suavidad. Pero para entender cómo puede la suavidad ser una expresión de la fuerza es preciso llegar a comprender al adversario de este verdadero combate.

Si al Tai Chi Chuan se lo califica como un arte marcial interno es porque nos adiestra para una lucha que, según la concepción taoista, no se da sin embargo entre la razón y la sensualidad, ni mucho menos entre el alma y el cuerpo - tal como manifiestan esas formulaciones típicamente binarias que ven en el ser humano la huella de una contienda cósmica que se daría entre el cielo y la tierra, o entre el bien y el mal - sino, mas bien, justo al revés: el combate interior que da contenido a una práctica de Tai Chi chuan es uno por el cual la razón, el alma, el cielo y el bien reconocen en sus contrarios a la fuerza.

Muy lejos de esa visión edulcorada del Taoismo que termina reduciéndolo a una cosmovisión contemplativa, la unidad de los contrarios - que con sus dos semiesferas enroscadas conteniendo ambas a su opuesto resulta tan bien expresada en el conocido símbolo del Tai Chi - consiste, en cambio, un torbellino caótico que el hombre necesariamente precisa, primero, aprender a reconocer y, luego, a sintonizar y encauzar dentro suyo. Por eso es preciso entender el Tai Chi Chuan como no siendo otra cosa que dicha sintonía con la polaridad, es decir, el intento de mantener un delicado equilibrio – por supuesto que siempre fallido - entre lo que es y lo que no es.

La fuerza que surge de la negación de los contrarios que caracteriza a la lógica occidental, con su característico desarrollo capitalista y expansionista, no resulta una verdadera fuerza. Antes bien, practicando Tai Chi Chuan descubrimos que, considerada de esa manera, dicha pseudo fuerza consiste, apenas, un intento ciego por hacer del propio estar en el mundo una continua impostura. Sólo la resolución consciente de enfrentarnos a nuestro torpe intento de evadir permanentemente la responsabilidad que supone vivir puede darnos una verdadera fortaleza. Y en ello se resume todo el asunto: en aprender a canalizar la 'fuerza sin fuerza' capaz de liberarnos tanto de la ilusión de ser como de la desesperación por no ser.



(*) Introductor del arte marcial interno en la Argentina durante los '70

UNIDAD MILITANTE

  Si la unidad fuese un hecho, la política no tendría razón de ser. Hay política, mas bien, porque la unidad no nos está dada de antemano. E...