viernes, 10 de junio de 2022

DIONISIO CONTRA EDIPO





“El esquizo no tiene principios: no es algo más que siendo algo distinto”
El Antiedipo

 


El
 esquizoanálisis puede ser presentado como una postura alternativa al psicoanálisis que tomó a la psiquiatría en lugar de a las neurosis como campo de investigación para ofrecer una concepción política del inconsciente que transforma por completo las reglas del juego. 

El repudio a esa reducción familiarista con que fuera considerado el inconsciente por el psicoanálisis no agota de ninguna manera su propuesta. La crítica al encuadre edípico es sólo una consecuencia mas bien discursiva que, importante sin duda por sus consecuencias teóricas, corre sin embargo el riesgo de ocultar el cometido principal de una propuesta esquizoanalítica: ofrecer, por sobre todas las cosas, una concepción de sujeto diferente al del psicoanálisis. Freud había elaborado una teoría clínica heredera del idealismo alemán que partió de una concepción del sujeto cerrado sobre sí mismo y consecuentemente vive con culpa al relacionarse con lo que estaría supuestamente fuera suyo sólo por interés. Y el punto de partida propuesto por Deleuze y Guattari resulta, en cambio, el de un sujeto nietzscheano que no se define a partir de la culpa sino, básicamente, a partir de su potencia.

La propuesta de El Antiedipo resulta política no sólo por saber apuntar como problemático que el deseo desee su propia represión. Su propuesta es política sobre todo porque su mismo enfoque se muestra indistinguible así de esa 'gran política' nietzscheana que apunta a revertir la tendencia histórica por la cual los débiles han triunfado de manera sistemática siempre por sobre los fuertes. Una gran política que resulta sin embargo preciso reformular ahora, 
para Deleuze y Guattari, en términos que ellos denominan 'minoritarios', ya que el desafío de los fuertes no pasa nunca por lograr ser mayoría sino, al contrario, por poder concebir de otra manera lo común. A diferencia de esa vieja y pequeña política entonces que, desde una perspectiva meramente institucional, plantea la toma del poder como medio indispensable para un cambio social, la cuestión que a una propuesta de corte instituyente anima se dirime, en cambio, como una producción alternativa de subjetividades.

De alguna manera, bien podría decirse que para el esquizoanálisis la conocida fórmula nietzscheana de “Dionisio contra el crucificado” necesita ser revisitada y, a la luz de la nueva fe y de la nueva iglesia laica del s. 20 que, para Deleuze y Guattari, resulta la institución del psicoanálisis, pide ser reformulada entonces como 'Dionisio contra Edipo'. Se trata de una nueva versión del mismo problema identificado entonces por Nietzsche, por supuesto, y que a semejanza de su anterior formula se presenta como una oposición que no puede ser leída en términos puramente teóricos, para empezar, pero que por sobre todo no pretende, si la reconocemos como una apuesta eminentemente práctica, reemplazar sólo una norma por otra: más bien, su asunto consiste despejar o deslindar simplemente ese mágico ámbito por y para el cual la norma misma, como tal, quedaría fuera de lugar.

Sumergirnos en la lectura de El Antiedipo resulta así una experiencia tan embriagante como desconcertante. No sólo porque obliga a lidiar con la dificultad de su prosa y del asunto sumamente técnico en cuestión, sino porque nos enfrenta al dilema propio de una apuesta de tipo minoritaria que no se coloca al mismo nivel de las proclamas universalistas pero que, al
 expresarse de manera crítica, debe correr el riesgo de caer también en la pretensión de ofrecerse en cierta forma, a su vez, como verdad. Es este mismo riesgo el que asume el lector del Antiedipo, entonces, cada vez que se pregunta para dónde va entonces la cosa que allí se propone y necesita sofrenar el constante impulso de querer hacer del esquizo un nuevo héroe viendo como éste se deshace, sin embargo, ante cada torpe intento suyo de etiquetarlo.

Es que la gran política no precisa héroes sino más bien antihéroes que, al decir de Artaud, se solacen en describirse a sí mismos como los eslabones más bajos de la creación. Y si quisiéramos hacer así de El Antiedipo una suerte de presentación de un nuevo sujeto político nos veríamos entonces necesariamente frustrados, ya que el sujeto político mismo como tal se quiebra y literalmente se esfuma desde que la propuesta misma de la igualdad, como principio rector de la acción política tradicional, resulta reemplazada por la de la diferencia. O mejor, por el deseo mismo de ser constantemente diferentes de sí mismos que caracteriza a quien ya no lo define la culpa sino la potencia . Esa es la línea divisoria de aguas a que la lectura de este texto nos enfrenta, y por ello el desafío principal que nos presenta consiste entregarnos, en la medida de nuestras posibilidades, a nuestro propio delirio dionisíaco.

Así, cuando en El Antiedipo leemos que el deseo no quiere la revolución, sino que es revolucionario por sí mismo e incluso, de manera involuntaria, por el simple hecho de querer lo que quiere, uno pierde automáticamente entonces toda referencia. Porque si el deseo es revolucionario por el mero albur de no estar separado de lo que puede, la revolución deja de ser en consecuencia algo parecido a una meta y, sobre todo, de ser algo también cuyo valor se defina por mejorar de alguna manera cualquier situación previa. Pero aunque por definición el deseo resulte revolucionario, no ocurre por supuesto que siempre pueda fluir de esa manera. Edípicamente considerado, es decir, interpretado bajo la luz del análisis moral tradicional, uno supondría que el camino que propone el esquizoanálisis consiste restablecer unas condiciones sociales a partir de las cuales el deseo se recomponga, pero ocurre que para Deleuze y Guattari esta sería precisamente una manera errónea de plantear el problema que invierte el orden de los factores y confunde las causas con las consecuencias. Y aquí reside la originalidad de su planteo.

Ya Nietzsche había mostrado en La Genealogía de la Moral que la relación acreedor-deudor no tiene como función recordar al deudor que debería devolver en el futuro aquello que se le prestó, sino que dicha relación en sí misma resulta originaria y, por lo tanto, que no tendría como finalidad restablecer un equilibrio cambiario previo roto por un préstamo sino fundamentar, al revés, un deber anterior a cualquier acto de intercambio. Desde el encuadre propiamente genealógico ninguna deuda procede de una situación original sin deuda sino que es la innoble materia misma del vínculo social, y el desafío nietzscheano consistió en rechazar y combatir este modelo de intercambio que convirtió históricamente a lo social en un experimento que tuvo como finalidad criar un animal político al que le sea lícito hacer promesas.

En esta misma línea, así como la deuda no está nunca en nuestra sociedad al final sino al principio, la fuerza del análisis de W. Reich radicó en haber mostrado que la represión familiar del deseo dependía de la represión social. De la misma manera, en la comprensión de Deleuze y Guattari Edipo resulta lo que la sociedad precisa instituir para evitar que el deseo, en esencia revolucionario, turbe una supuesta discordia social. Para ellos, aun cuando admiten obviamente que el deseo pone por definición en cuestión al orden establecido al comprometer las estructuras de explotación y jerarquía, el deseo de todas maneras justamente no es por ello asocial, sino todo lo contrario.

La conclusión preliminar que surge del esquizoanálisis, paradójicamente, es que Edipo no es en consecuencia necesariamente el problema, ya que no resulta tanto un estado del deseo mismo como, simplemente, una idea al servicio de la represión. Es la sociedad convertida en una guardería edípica quien resulta el verdadero problema, y lograr que el deseo deje de desear su propia represión exige habilitar novedosas líneas de fuga.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

UNIDAD MILITANTE

  Si la unidad fuese un hecho, la política no tendría razón de ser. Hay política, mas bien, porque la unidad no nos está dada de antemano. E...