lunes, 24 de enero de 2022

MANTIS ARGENTINA

Juntando material sobre el Colegio Sagrado de Sociología, me topé con un artículo de Roger Caillios sobre la 'mantis religiosa', un insecto cuya hembra decapita al macho luego del apareamiento y que, según allí se desarrolla, habría dado lugar al mito de la femme fatale... Yo siempre escribo lo que me hubiera en realidad gustado leer, pero nunca me había pasado querer ponerme en la piel de un determinado autor, como en esta oportunidad, cuando no pude dejar de pensar que la historia de Victoria Ocampo y Caillios exigía decididamente el enfoque de un Juan Forn. Porque cuando uno lee cartas de Victoria correspondientes al primer período de enamoramiento apasionado entre ambos es inevitable imaginar a Caillios atrapado en esa misma mezcla de atracción y horror ante una mantis argentina que le escribía cosas de este calibre: 

 "Ayer por la tarde me dijo cosas tan injustas. Es tan injusto conmigo. Si estuviera bien de salud, si no tuviera el semblante que tiene (la fatiga sobre su rostro), tendría deseos de retorcerle el cuello y de huir no sé adónde, para no causar una desgracia (por ejemplo, cortarlo en pequeños trozos). Entre la fatiga de su cuerpo y la dureza de su corazón, estoy perdida. Es esto lo que me hizo llorar ayer por la tarde. Es esto lo que me hace débil. Cuando usted se haya curado, yo estaré enferma".

Victoria conoció a Caillios asistiendo a una conferencia suya en el Colegio Sagrado de Sociología. ¿Qué es lo que le interesó tanto a Victoria Ocampo de ese ensayista que quería reformar la sociedad desde el sótano de una librería? Cualquier dato que lo explicase sólo ratificaría que el destino se rige por motivos inciertos. Dicho Colegio, fundado por Bataille, Caillios y Leiries en 1936, editaba la Revista Acephale con un extraño ser decapitado en la portada y confluían dentro suyo el vanguardismo surrealista con el deseo de hacer reales y efectivos sus postulados sacralizando la sociedad. Los miembros del Colegio denunciaban que el surrealismo mantenía un idealismo incongruente con la necesidad que decían advertir de una alternativa verdaderamente potente a la sociedad, y la apuesta de los miembros del Colegio consistió, basándose en las investigaciones desarrolladas por Durkheim y su equipo, en llevar adelante una solución delirante: ofrecerse a sí mismos como punta de lanza de una reforma radical de las relaciones humanas. 

Transcurrían los años locos de entre guerras, y París era una fiesta. Apenas tres años después de la fundación del Colegio, los nazis ocuparon Francia y el loable intento de hallar una alternativa entre la democracia burguesa y los totalitarismos de Hitler y Stalin quedó, ante la urgencia bélica, postergado para un momento más feliz que nunca llegó. Lo cierto es que meses antes de la ocupación Caillios había sido convencido por Victoria de viajar a Buenos Aires y, al estallar la guerra, se convirtió por ello en huésped de honor del grupo que aquí ella lideraba mientras editaba la Revista Sur. 

Para los miembros del Colegio Sagrado no podía pensarse la dimensión política despojada sin mas de la afectividad. Como consecuencia, no sólo se trataba de pensar las diferentes instancias contractuales de la política sino también su dimensión imaginaria, de la cual los mitos eran instancia privilegiada. El Colegio propuso, entonces, construir una sociedad fundada en la distinción entre lo temporal y lo espiritual, para lo cual era preciso que los intelectuales, nucleados en una sociedad cerrada y de elite, abandonaran el placer y se consagraran al ascetismo. 

Caillois ensayó tímidos esfuerzos por formar la filial del Colegio Sagrado de Buenos Aires, sin poder evitar que aquí se le acusase de promover, sin embargo, una oligarquía intelectual. Y muy pronto él mismo se convenció de que el sueño de un rito que contagiara a todos los hombres había quedado sepultado bajo los escombros de la guerra. El colapso que significó la ocupación nazi de su país llevó a Caillois, finalmente, al reconocimiento de la importancia de la construcción de una esfera pública (y no cerrada) para la palabra del intelectual y, de esta manera, su ruptura definitiva con la propuesta principal del Colegio fue manifiesta. Victoria Ocampo jugó un rol fundamental en este cambio de la personalidad y pensamiento de Caillios, y bien puede decirse que ganó finalmente la batalla cuando lo convenció incluso de traer a Buenos Aires a una novia que había dejado embarazada en Francia, convirtiéndose así en la mejor amiga de ambos desde entonces.

Hay muchas formas de proponernos cambiar la sociedad. Tal vez, quitarle la cabeza empiece por uno mismo, dejándonos ser otro abriéndonos a los demás. Esa transformación social a partir de una vanguardia con la que que soñaban Caillios y Bataille en Francia fue luego lentamente abandonada por ambos fundadores del Colegio Sagrado, animándose cada uno por su lado ya sea por un exilio, por la influencia de una mujer o por un amigo, a perder literalmente el total control de sus vidas. ¿Qué otro significado podía tener la apuesta acefálica, acaso, que no fuese el de una completa renuncia a provocar cambios en función de una determinada idea?

Finalizada la guerra, Caillios volvió a Francia. No tenía aún 35 años, pero ya era un ser humano completamente diferente al que había partido. Transformado para siempre por Victoria y su estadía en Buenos Aires, fundó la Colección Cruz del Sur en la que traduce y publica a varios autores sudamericanos para la Editorial Gallimard. Voces, de A. Porchia, alabada luego por A. Breton y H. Miller, fue literalmente un libro descubierto por Caillios arrumbado en un cuarto de la Editorial Sur. Y J. L. Borges, sobre todo, recibió su temprano prestigio internacional gracias a una especialísima edición de lujo que Caillios le hiciera de El Aleph titulada Laberintos en francés con una caprichosa selección de cuentos, y tan así fue que Borges llegó a decir en una ocasión con sorna de sí mismo que él, en realidad, era un invento de Caillios.

La amistad entre Victoria y Caillios fue ejemplar. Gracias al desprendimiento de ambos duró hasta el final de sus vidas, ocurridas cuando terminaba la década del '70 y apenas con un mes de diferencia entre ambos a pesar de ser Victoria trece años mayor. Para entonces, la colección había comenzado a recibir las críticas de nuevos escritores latinoamericanos que, amparados en el boom, exigían un perfil editorial más radical. Pero el rol que había ya jugado a favor de nuestra literatura fue crucial ya que no se trató sólo de un proyecto de difusión cultural sino que, aunque con un estilo por supuesto mucho menos irreverente y altanero, se propuso continuar a su manera la original confluencia que había caracterizado al Colegio Sagrado entre lo artístico, las ciencias sociales y la política pero que ubicaba a nuestro continente, entonces, como escenario privilegiado de esta aventura.



1 comentario:

  1. muy interesante! esa mantis argentina qué intensidad que portaba! entre este fragmente de carta y la correspondencia con V. Woolf hay un despliegue de vitalidad increible

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